Ensayo por Rekha Chandiramani
La huella humana en la tierra se expande. Su fuerza es indeleble, desigual, concentrada e implacable; y se perpetúa a través de la reinvención y racionalización de nuevas dinámicas que postergan las contradicciones del capitalismo, que es como Marx llamó a los procesos de desgaste del sistema-mundo construido sobre la base de la acumulación del capital y la sobreexplotación de la plusvalía.
Tal fuerza ha internalizado sus efectos en el ADN estratigráfico de la tierra, incluso creando una nueva capa atmosférica. Como planteó Altvater en su texto El Capital y el Capitaloceno, “en el antropoceno, los pueblos se pueden volver una capa de la tierra”. Es por esto que en el año 2000 el biólogo estadounidense Eugene Stoermer, y el Nobel químico holandés, Paul Crutzen, proponen el concepto Antropoceno (que proviene del griego anthropo = humano + kairos = nuevo) para hablar de una nueva época geológica que sucede al Holoceno dentro de la era cuaternaria del periodo Cenozoico. En un artículo científico que publicaron en conjunto en el 2000, Crutzen y Stoermer sustentaron que aunque ya desde hace unos 11 mil años -cuando comenzó el Holoceno- la biósfera mostraba efectos de la intervención del hombre, éstos se recrudecieron en los últimos siglos convirtiendo la intervención humana en una “significativa fuerza morfológica y geológica”.
Stoppani, citado en el artículo del IGBP[1], ya hablaba en1873 de una era antropozoica y calificaba la actividad humana como “una nueva fuerza telúrica exponencial de la población humana sobre la tierra”. Crutzen y Stoeremer renuevan el concepto con base del efecto de la actividad humana en la creciente explotación de los recursos naturales, la cada vez mayor emisión de gases en la atmósfera, el acaparamiento de los mares por la pesca industrial, la sobreexplotación de fuentes hídricas; augurando que estos efectos durarían al menos 50,000 años más. El concepto fue aceptado 16 años después –y tras mucho debate– en el 35 Congreso Internacional de Geología (Jiménez y García, 2020).
Sobre el punto de partida del Antropoceno hay tres vertientes. La de Crutzen y Storoermer que fijan el inicio de esta época con la invención de la máquina de vapor que dio vida a la Revolución Industrial; la de otros autores como Jason Moore y Andreas Malm, que se retrotraen al siglo XV y XVI cuando “la conquista global, la mercantilización interminables y nacionalización implacable” (Malm 2016) sentaron las bases del capitalismo; y la tercera vertiente que sostienen autores como Steffen, que se inclinan por el periodo posterior a la II Guerra Mundial, conocido como La Gran Aceleración, donde se intensifica el consumo de plástico, el uso de combustibles fósiles y se inventa la bomba atómica. (Jimenez y García, 2020).
Del Capitaloceno
Para autores como Malm, Moore y John Bellamy Foster, entre otros, el concepto del Antropoceno se queda corto en las conversaciones políticas fuera de la geología. Pero dan un paso más: trasladan la culpa del ser humano (anthropos) al sistema capitalista. Así rebaten y politizan el Antropoceno con un nuevo concepto: el capitaloceno. Este término, dice Moore, va más allá de la máquina de vapor ya que entiende que “el primer paso para esta industrialización radical del mundo empezó con la transformación del medio ambiente global en una fuerza de producción para crear algo a lo que llamamos economía moderna, y que es mucho más grande de lo que contiene el término economía” (Moore, 2020).
El escritor mexicano Francisco Serratos basó su libro “El Capitaloceno, una historia radical de la crisis climática” en la premisa de que el Capitaloceno es más un argumento que un concepto. Tras una exhaustiva revisión de autores sobre el tema, plantea que el Capitaloceno es la crónica de una serie de acontecimientos que se enmarca “en una narrativa mucho muy mundana” que es la acumulación ilimitada de riqueza a través de la guerra, la colonización, la privatización o el despojo, pero que si bien todos participamos en esa narrativa, no todos hemos recibido los mismos beneficios ni todos los humanos hemos consumido la misma cantidad de recursos. (Serratos, 2021).
Por lo tanto, la culpa del desastre ambiental que ya estamos viviendo en el mundo no es del “humano”, sino del sistema-mundo capitalista. Entendiendo el capitalismo no como una producción externa de la vida ni como un mero sistema económico o social, sino como una forma de organizar la naturaleza y de organizarnos nosotros a través de relaciones asimétricas de apropiación y explotación. Por lo tanto, la acumulación del capital no debe entenderse como un mero proceso social con consecuencias medioambientales, sino como una forma de enlazar la naturaleza humana y no humana y ponerlas a trabajar en función de la generación de valor. (Moore 2020, Navarro y Linsalata, 2021). Machado afirma que en el Capitaloceno, la ley del valor se erige como el principio constituyente, el comando social desde el cual se produce la naturaleza “desde adentro”.
En esa línea, la relación “natural” de la naturaleza con el ser humano se rompe, imponiendo separaciones en el tejido de la vida para luego imponer formas artificiales de reconexión basadas en ensambles funcionales a la “valorización del valor”, tales como el salario, el mercado, la familia heteropatriarcal, el Estado (Foster, 2000). Es a partir de esas relaciones –y sus impulsores– desde donde debemos abordar la crisis socioecológica, hablando entonces de Capitaloceno y no de Antropoceno, porque al asumir que lo humano es todo homogéneo, se desdibujan las responsabilidades particulares y las formas concretas de intervención, apropiación y coproducción en el tejido de la vida (Navarro y Linsalata, 2021).
Por lo tanto, plantean Jiménez y García, al poner la naturaleza en el centro del pensamiento sobre el trabajo y el trabajo en el centro de nuestro pensamiento sobre la naturaleza, el Capitaloceno propone una forma distinta de pensar la crisis ecológica mundial al centrarse en la acción humana cruzada por relaciones desiguales de poder político y económico. El diagnóstico que emerge, en palabras de Navarro y Linsata, resulta útil para comprender la raíz histórica del régimen de relaciones de la (necro) economía extractiva, capitalista, patriarcal y colonial. Un diagnóstico que a su vez está ausente en la “investigación objetiva y rigurosa, y por ello moralmente inofensiva” del Antropoceno. (Harley, 2015, citado por Jiménez y García, 2020).
Posicionados y posicionadas políticamente desde el Capitaloceno, se pueden empezar a buscar alternativas al mismo capitaloceno. Se puede abordar la discusión desde el feminismo, desde el Sur, desde posiciones contra hegemónicas, anticoloniales y anti imperiales. Teniendo cuidado de no caer en la trampa de narrativas como la del buen capitaloceno o el capitalismo verde, que después de repartir la culpa del problema que creó el capitalismo, “vende una nueva propuesta tecnócrata moral que reinstitucionaliza y reorganiza toda la naturaleza humana por medio del desarrollo económico” (Moore, 2017).
Por otro lado, el cambio climático desafía incluso la capacidad del capitalismo de reinventarse para seguir expandiéndose. Coherente con las teorías sobre la crisis del capitalismo que desarrolló Marx en El Capital, Moore vaticina que la escasez de los cuatro elementos necesarios para la acumulación de riqueza –mano de obra, alimentos, energía y materias primas– a causa del cambio climático, impiden seguir reproduciendo el sistema capitalista. Por eso, Moore admite que con sus obras busca aportar a movimientos sociales que construyan una contra hegemonía pos capitalista que pueda contrarrestar las desastrosas políticas medioambientales impuestas por el neoliberalismo.
Entre las alternativas al Capitaloceno que exploran Jimenez y García, están el posdesarrollo, el posextractivismo, el decrecimiento, el Buen Vivir, los derechos de la naturaleza, los bienes comunes, la ética del cuidado y la defensa de lo común. No es una lucha fácil que sean siquiera consideradas en el discurso oficial, ya que casi todas las “alternativas” con impulso están pensadas desde el Norte global, el cual pondría en duda alternativas que proponen las cosmovisiones de las comunidades originarias como una salida a la crisis civilizatoria porque “es dudoso que esas epistemologías, fundamentadas en una orientación casi exclusivamente local, sean efectivas para enfrentar a nivel global los retos que impone el capitalismo neoliberal”. (Briceño, Villa y Muñoz, 2018).
A pesar de las polémicas y contradicciones, la discusión sobre la alternativa poscapitalista no puede detenerse. Como bien concluye Serratos en su obra: si no pasamos de la culpa metafísica del “somos humanos, siendo humanos” a “son ciertos humanos con mucho poder económico, político y militar los que cimbran un sistema inviable e incompatible con los procesos biológicos”, mal podremos reescribir el futuro.
**versión editada del ensayo final para la materia de Fundamentos de la ecología y la ecología política. UASB
Referencias
- Serratos, Francisco. 2021. El Capitaloceno. Ciudad de México. UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, 2021. Web. 25 Sept. 2021. https://play.google.com/books/reader?id=99IqEAAAQBAJ&pg=GBS.PT28.w.1.0.133_250&hl=es_419
- Machado Aráoz, H. (2016) “Sobre la Naturaleza realmente existente, la entidad ‘América’ y los orígenes del capitaloceno.
- Jonah Wedekind (entrev.), Felipe Milanez (entrev.), Joaquim Muntané Puig (trad.) 2017. Entrevista a Jason Moore: del Capitaloceno a una nueva política ontológica. Dialnet https://jasonwmoore.com/wp-content/uploads/2017/10/Moore-Entrevista-a-Jason-Moore-Ecologia-Politica-2017.pdf
- Jiménez Martínez, Nancy Merari y García Barrios, Raúl. 2020. “Antropoceno o Capitaloceno? Blog Nexos.
- Altvater, Elmar. 2014. El capital y el capitaloceno (Fundamentos y Debate) o Capital and the capitalocene. Mundo Siglo XXI. Revista del Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional, 9(33): 5-15. http://hdl.handle.net/10469/7045
- Navarro Trujillo, Mina Lorena y Linsalata, Lucía (2021). “Capitaloceno, luchas por lo común y disputas por otros términos de interdependencia en el tejido de la vida. Reflexiones desde América Latina”, Relaciones Internacionales, nº 46, pp. 81-98. https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales/article/view/12852/13368
- Briceño, Alejandro Escalera, Villa, Manuel Ángeles y Muñoz, Alejandro Palafox. 2018. “Los límites de la economía ecológica en la era del Capitaloceno” Revista Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/sociales/article/view/34812/34375
- Avallone, Genaro y Leonardi, Emanuele. 2018. Entrevista a Jason Moore: ¿Antropoceno? Más bien Capitaloceno. Revista Sin Persmiso. https://www.sinpermiso.info/textos/antropoceno-mas-bien-capitaloceno-entrevista
- Crutzen, Paul J y Stoermer, Eugene. 2000. The “Anthropocene”. The International Geosphere–Biosphere Programme (IGBP): Newsletter No. 41 http://www.igbp.net/download/18.316f18321323470177580001401/1376383088452/NL41.pdf